Ganar para cambiar…esa es nuestra diferencia



Este es un texto que me parece interesante. Se los copio:






Por Cristian Jamett [1]

El triunfo electoral de la derecha constituye el término del co-gobierno para abrir paso a la construcción de una neo-oligarquía que concentra importantes cuotas de poder político, económico y mediático. De lo contrario no podríamos explicar el carácter empresarial del nuevo poder ejecutivo y su resistencia para deshacerse “formalmente” de sus vínculos con el ámbito privado.

Frente a este escenario hay quienes señalan que un gobierno de derecha en el poder aumentará las contradicciones de manera automática. Lamentablemente eso no es algo dado. La derecha ganó en base a las preferencias y no a la fuerza, constituyéndose en los hechos en “una nueva mayoría” relativa a la población inscrita en los registros electorales.

El mismo padrón donde la candidatura de Marco Enríquez-Ominami logró interpretar el malestar generalizado contra la clase política y el sistema que la sustenta. Manifestado públicamente la voluntad y capacidad de transformar su histórica votación individual en un proyecto político colectivo con opción de poder.

En este contexto, la aprobación del proyecto de ley de inscripción automática y voto voluntario abre importantes oportunidades para interpretar las preferencias y contenidos de nuevos electores jóvenes y no tan jóvenes, donde la conquista de los cargos representación popular dependerán de aquellos liderazgos y organizaciones con capacidad de movilizar a su electorado.

Para interpretar a este nuevo y viejo electorado se requiere por un lado de organizaciones con liderazgos capaces de representar las demandas más sentidas de la población (materiales, culturales, etc.) y no solo de los sectores más convencidos y politizados; de la constitución de un verdadero espacio “referencial” (organización política, fundación, etc.) donde la ciudadanía quiera participar, otorgue credibilidad, apoye con su voto, etc.; y por último, articularse a los espacios referenciales o de pertenencia naturales de los viejos y nuevos electores (organizaciones gremiales, sindicales, estudiantiles, clubes de adulto mayor, etc.).

Los vínculos que una organización establece con la sociedad son tan o más importantes que la estructura interna de las organizaciones políticas. De lo contrario este espacio terminará siendo otro “auto-referente” que agrupa a los mismos de siempre con un nuevo nombre. Por ello, tendremos que hacer un esfuerzo creativo sin precedentes en la senda de vincular lo social con lo político a partir de mantener y proyectar los mecanismos participativos de toma de decisiones que ya se están implementado (uso de internet para definir el nombre, logo, etc.).

Aún cuando somos conscientes del descrédito de los partidos políticos estos constituyen una herramienta necesaria para pasar de las dispersas luchas sociales, comunales o territoriales a la disputa por el poder político. Es decir, para pasar de una ciudadanía temerosa y peticionista a la conformación de una ciudadanía cada vez más libre, soberana y de mando. Donde este nuevo partido pueda ser una correa de transmisión de sus demandas, entendido como el brazo legal inmerso dentro de una red de organizaciones sociales, movimientos, fundaciones, artistas, intelectuales, etc. En síntesis un bloque histórico-partidario con capacidad de constituirse en un referente para las mayorías y ganar batallas en el plano de las ideas, de las luchas sociales y los votos.

El desarrollo de este bloque histórico-Partidario no estará concluido en el corto plazo pero es garantía real de transformación. El uso de las
maniobras y golpes de mano a última hora nos pueden otorgar una “victoria casual” pero difícilmente construirán la fuerza que sostenga los cambios que Chile requiere si convenimos que ganar no es lo mismo que cambiar.

Ánimo!!!

[1] Sociólogo, ©Magíster en Estudios Internacionales, Estudiante de Doctorado en Estudios Americanos.

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