Un tribunal para la libre competencia política


Chile padece un cáncer: el de la colusión, con los efectos secundarios de los duopolios y monopolios. Esta enfermedad, que es mortal para consumidores y ciudadanos, se extiende desde la economía a la política; en el caso de la primera, hace poco tiempo se coludieron las tres Farmacias principales. En estos días hicieron noticia también por colusión las dos más grandes empresas de buses interprovinciales. De los bipolios, mejor ni hablar: Colbún y Endesa en la generación eléctrica; Falalella y Cencosud, en el retail. Se trata siempre de que no haya competencia para repartirse la torta y engañar, como a borregos, a los consumidores.

En la política también se da la colusión, en este caso entre la Concertación y la Coalición por el Cambio que, en esencia actualmente, son lo mismo y monopolizan los cargos estatales y de elección popular en base a leyes inaceptables, como el binominal. Estas castas coludidas actúan de tal manera como si la soberanía popular fuera un juguete al cual pueden controlar fácilmente. Con un padrón electoral, que no ha variado durante veinte años, un dirigente político puede estar seguro de que siendo digitado por su partido, tendrá un sillón que durará más de veinticinco años – será imposible jubilar a semejantes personajes-.

Si existiera un Tribunal de la libre competencia política, no cabe la menor duda de que este bipolio sería condenado tal cual lo ha hecho ya la ciudadanía: en la última encuesta Adimark, del mes de mayo. La Concertación obtuvo apenas un 23% de apoyo y un 65% de rechazo. La Coalición por el Cambio no lo hace mejor: el cambio prometido era verdaderamente un fiasco, pues en apenas un año y medio han demostrado una real incapacidad de gobernar; entre la UDI y RN pasan en peleas por cuotas y cupos; los diputados del partido más numeroso de la derecha lanzan un manifiesto lleno de improperios para el gobierno que se supone que apoyan - es tal el desastre que la bancada RN prepara un desagravio al ministro del Interio

A través de la experiencia histórica se puede colegir que la derecha tiene grandes dificultades para gobernar en democracia. A Sebastián Piñera le está pasando algo muy parecido a lo que le ocurrió a Jorge Alessandri: al principio, un gabinete de gerentes y, al fin, dominado por los partidos Liberal, Conservador y Radical, que llevó al derrumbe de estos, en la elección de 1965; la diferencia entre los años sesenta y hoy es que en esos tiempos crecía la Democracia Cristiana y la izquierda y hoy no existe oposición, porque la Concertación está enredada, víctima de su propia incapacidad para renovarse y construir un nuevo proyecto de país.

El duopolio le ha hecho tanto daño a la política que la ciudadanía,no contenta con rechazar a los partidos y a sus burocráticos dirigentes, rechaza a instituciones como el Senado, que cuenta apenas con un 30% de apoyo, y un 55% de rechazo; la Cámara de Diputados, con un 24% de apoyo y un 59% de rechazo. A su vez, el Presidente de la República sólo cuenta la aprobación del 36% y un 56% de rechazo aventajando, de lejos, en esta categoría, a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, con el 44% de rechazo, en plena crisis asiática y a Michelle Bachelet, con el 42%, provocado por la implementación de un atropello tan grande contra los ciudadanos, como Transantiago – que aún sigue dando dolores de cabeza a estos sufridos ciudadanos -.

Estos nuevos movimientos sociales, que se han desarrollado en España, en los países árabes y que ahora comienzan a extenderse por todo el mundo, cuya esencia es la búsqueda de una democracia participativa, que reemplace las deficiencias de las formas de representación política, propias del siglo XX. El 20% obtenido por mi candidatura presidencial, en las elecciones de 2009, fue un anuncio de la potencia de estos movimientos sociales, y hoy el Partido Progresista debe ser parte de este gran movimiento que persigue la democratización ininterrumpida de la participación ciudadana en la creación y construcción de la nueva res publica.


Marco Enríquez-Ominami

Presidente del Partido Progresista

3 comentarios:

KRONOPIOINSURGENTE dijo...

Estimado Marco, gran artículo, harto oxigeno para mejorar la reflexión. Mis palabras en todo caso tienen otra ruta: he considerado necesario señalarte que me parece de una serena, necesaria y transparente provocación, que debajo de tu nombre, y antes de cada artículo señales que te autodefines como politico, mejor aún que se explicite tu formación académica, pero lo que te hace peligrosamente parecido al resto de la fauna que la sociedad ve con creciente recelo, es esa inoportuna autodenominación de "LIDER". Recuerda que Beethoven borró de un plumazo una de sus sinfonías (3ª) dedicada a Napoleón, luego que este se AUTOCORONARA como emperador en mayo de 1804.Escuetamente y con nostalgia, debajo del borroneado título original puede leerse:Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo»
Saludos fraternos, siga adelante, persevere, pero no se tiente en arrebatarle la corona del progresismo al papa del status quo, y autocoronarse como LIDER. Después de todo, si te fijas bien, y lees al revés la palabra LIDER, sentirás no es tan sano para reconstruir futuro desde la autorreferencia.

Luis Ignacio dijo...

Marco, me cuesta leer tus artículos sin sentir que no son de mucho aporte, y comprendo cada día más que te estás convirtiendo en un caudillo "progresista", que encima, reniega de su pasado y del cómo se convirtió en lo que es hoy. Su cupo a diputado tuvo un oscuro origen, fruto de lo que tanto criticas. Si bien fue una gestión aceptable desde el punto de vista de la "generación de aportes legislativos", debo decir que tu irresponsabilidad al castigar a millones por la rabia contra un ciento de políticos, provocando la pérdida electoral de la concertación, deslegitima tus intentos de apuntar a ser presidente de Chile. Tu quieres ser presidente por ti, no por los chilenos. Lo repito, eres un caudillo, cercano al populismo que tiene como discurso la ruptura justificada por la rabia, no por propuestas ideológicas que puedan encantar a alguien. Tus votos son producto del descontento que tu ayudaste a fomentar, dejando a 17 millones de chilenos gobernados por la derecha fascista.

Espero que leas esto, ya que como militante socialista, sentí mucho tu salida del PS. Y sentí mucha rabia al ver lo que hacías publicamente. Una decepción.

Oscar dijo...

Estimado Marco.

Si todos estos jóvenes que hoy protestan hubieran votado en las elecciones pasadas, habrías salido presidente, ya que tu programa de gobierno son las demandas que hoy el estado Chileno reclama.
Espero que todos estos jóvenes se comprometan e inscriban en el sistema electoral, un voto puede marcar la diferencia.
Por la aparición de Nuevos liderazgos.
Saludos
Oscar Castro