El mañana se decide hoy


Los partidos y políticos tradicionales se han aislado de la ciudadanía. Este diagnóstico, válido para México y Chile, inspiró la candidatura ciudadana de Enríquez-Ominami.

Fuente: Diario La Reforma, de México



Lanza a diario entre 40 y 50 mensajes a través de Twitter, y se mete al menos 30 veces al día a su página de Facebook para enterarse de lo que está sucediendo en el ciberespacio. Es uno de los pocos políticos latinoamericanos que atiende personalmente las cuentas que abre en las redes sociales bajo su nombre: Marco Enríquez- Ominami.
El ex candidato independiente a la Presidencia de Chile está convencido de que las causas de Facebook, a las que se suman a diario cientos o miles de ciudadanos, son más relevantes que las “causas” de los partidos políticos. De hecho, afirma que la única causa que defienden actualmente los partidos es su patrimonio. “Los teléfonos de sus oficinas nunca suenan, pues viven completamente aislados de la ciudadanía”, afirma.
Enríquez-Ominami tiene 37 mil 600 seguidores en Twitter y 82 mil fans en Facebook. Es un antisistema, pero al mismo tiempo un creyente de la democracia partidista. Por eso su proyecto actual es crear un nuevo partido en Chile, distinto a los tradicionales.
Para determinar el nombre de ese partido, creó un espacio especial en su blog en el que sometió a votación siete propuestas: Los Demócratas, Partido Progresista, Nueva Mayoría Progresista, Partido País de Todos, Copihue, Movimiento de Transformación Democrática y Los Progresistas.
Además, abrió una dirección de correo electrónico para que sus simpatizantes envíen ideas programáticas y propuestas para el logotipo del nuevo partido.
Para él, ser un político no tradicional es algo serio. En eso coincidieron un millón 379 mil chilenos, que el pasado 13 de diciembre votaron por él en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Hijo de una leyenda Enríquez-Ominami nació en junio de 1973, tres meses antes del golpe militar contra Salvador Allende. Su padre, Miguel Enríquez, era líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y murió en 1974, después de combatir por la vía armada la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Incursionó en política desde los 20 años; en los noventa se afilió al Partido Socialista, uno de los dos integrantes de la Concertación (coalición de partidos que gobernó Chile desde 1989, tras la caída de Pinochet).
Estudió filosofía y cine, y se dedicó a producir documentales, cortometrajes y series de televisión. Fundó la productora Rivas y Rivas, y en el 2002 grabó el documental Los héroes están fatigados, que describe cómo su padre se convirtió en una leyenda defendiendo hasta la muerte los ideales que compartía con Allende.
“Hoy, quienes eran héroes junto a él parecen estar fatigados”, apunta el cineasta en el documental narrado por él mismo.
El 11 de marzo del 2006 fue electo diputado por el PS. En su paso por el Parlamento presentó 190 proyectos de reforma a diversas leyes y defendió todo tipo de causas, que van desde problemas en el sistema eléctrico y el sistema de agua hasta cambios al régimen político chileno; conflictos por la contratación de pautas estatales de publicidad, hasta temas como el aborto.
“No concibo a un legislador que no quiere legislar, un legislador no puede ser conservador, debe ser un reformador por naturaleza”, afirma.
En el 2009 Enríquez-Ominami quiso competir por la candidatura presidencial de la Concertación, pero el Partido Socialista ya había acordado la candidatura de Eduardo Frei con el Partido Demócrata Cristiano de Chile y rechazó organizar las elecciones primarias que demandaban los partidarios de Ominami.
En junio renunció al PS y comenzó su carrera como candidato independiente. Obtuvo el tercer lugar en la primera vuelta de las presidenciales, con el 20 por ciento de los votos), y ya no apareció en la segunda vuelta del pasado 17 de enero, en la que ganó el empresario Sebastián Piñera.
Chile, modelo o mito
Su campaña criticó un régimen político considerado ejemplar en América Latina, el famoso modelo chileno, ¿por qué?
Chile tiene un sistema político colonial, napoleónico y borbónico, es una monarquía presidencial, la distribución del poder se mantiene muy rígida en torno a una ley electoral excluyente y un equilibrio de poderes de la Colonia. Eso no es sano. Los indicadores de Chile, de los cuales poco se habla, son más que inquietantes, no sólo por el ausentismo electoral, sino porque hay 4 millones de jóvenes no inscritos en el padrón. Una vez que te inscribes, el voto es obligatorio y ellos son gente que simplemente no cree en las opciones que hay y no quiere votarlas.
Quien no reconoce la obra de la Concertación no tiene corazón, pero quien quiera repetirla no tiene cabeza. Es una tremenda coalición, pero que perdió su gran encanto: era una fuerza progresista, que sistemáticamente era capaz de estar a la vanguardia de los cambios. Pero esta coalición se atormentó con la sociedad; se dedicó neuróticamente a pelearse con su propio público, a decirle “somos los mejores porque lo hicimos bien”, y las elecciones no se ganan sólo con el diagnóstico de hoy, sino con un proyecto futuro. Ellos se la pasaron hablando del pasado.
¿Su candidatura contribuyó a la derrota de la Concertación?
Todo lo contrario, impedimos que Sebastián Piñera ganara en primera vuelta, fuimos nosotros los que le quitamos los votos. Es más, todas las encuestas decían que en la segunda vuelta nosotros le hubiéramos ganado a Piñera. Por lo tanto, mi candidatura lo que entregó fue dinamismo, fortaleció la democracia y pusimos una serie de temas que no estaban en el programa de los otros dos candidatos.
¿Cómo garantizar que el nuevo gobierno vaya a retomar algo de su agenda?
Soy cauto mientras Piñera no tome posesión. Espero que cumpla sus promesas, pero su agenda no es mi agenda, yo competí contra él y no suscribo lo que piensa. Pero ganó una elección democrática, le corresponde gobernar y esperaré a que se pronuncie sobre los temas sustantivos para que a su vez yo pueda pronunciarme.
¿Qué va a hacer a futuro con el millón y medio de votos que lo respaldan hoy?
Mi agenda es de futuro, no de pasado. Voy a promover la creación de un partido con nuevas prácticas, vamos a articular todo lo que se requiera para que esta fuerza de cambio siga. Es un desafío gigantesco, pero yo tengo pronosticadas fechas de muerte desde que era diputado; decían que era un suicida, que estaba muerto y tal cosa. Soy el más acostumbrado a estos diagnósticos pesimistas, desafiamos todas las reglas, juntamos el doble de las firmas requeridas para registrar la candidatura, rompimos récords de audiencias con menos recursos que cualquier otro candidato en la historia.
Si su experiencia como candidato independiente hubiera sido una película, ¿cómo se titularía?
Primero usaría una frase de Hitchcock para describirla: “es mejor un final de terror que un terror sin final”. Y la película se llamaría “El mañana se decide hoy”.
Parada en México
Enríquez-Ominami estuvo en México la primera semana de febrero. Sus cartas credenciales de candidato independiente exitoso –no pasó de la primera vuelta, pero obtuvo un porcentaje histórico en un aspirante sin partido– sedujeron a la Secretaría de Gobernación, empeñada desde la última semana de enero en promover la reforma política propuesta al Congreso como “la reforma ciudadana”.
La Unidad para el Desarrollo Político de Segob, dirigida por Blanca Heredia, contactó a Enríquez-Ominami, que coincidentemente había programado vacaciones en Tulum antes de viajar a Nueva York para participar en el foro La Nueva Generación de Líderes para las Américas, organizado por la Sociedad de las Américas.
En 48 horas, Gobernación placeó al chileno en cabinas de radio y estudios de televisión, en donde habló en favor de la iniciativa de reforma propuesta por el presidente Felipe Calderón.
El 4 de febrero acudió a un foro con el secretario Fernando Gómez Mont, quien horas antes abrió su blog sobre reforma política en el sitio web de la Segob.
Habituado a los medios, Enríquez-Ominami lanzó un par de frases efectistas que complacieron al funcionario mexicano: “los problemas de la democracia se resuelven con más democracia” y “un legislador no puede ser conservador, por naturaleza los legisladores deben ser reformadores”.
Con sus elogios al proyecto de Calderón, su testimonio, su trayectoria y su perfil de rockstar de la política, Enríquez-Ominami resultó ser un mejor promotor de la iniciativa de Calderón, que los propios funcionarios de Gobernación o los legisladores del PAN.

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