La educación chilena: un enfermo Terminal

¡Basta de diagnósticos! Es más que evidente que la educación chilena es un enfermo terminal, pues una metástasis la ha invadido por completo. Los resultados de la prueba de diagnóstico (2009) a los recién egresados de la carrera de pedagogía en educación básica, así como a nadie deja indiferente, tampoco es una sorpresa para quienes conocen, así sea someramente, el grado de ignorancia que posee la mayoría de estos egresados de pedagogía. Las carreras universitarias en este ámbito son, en su mayoría, deficientes con relación al desarrollo de las competencias docentes.

Según la evaluación, los docentes respondieron acertadamente 15 preguntas de las 45 propuestas en el temario. En matemáticas, apenas el 33% resolvió correctamente las preguntas de alternativa; en lenguaje y sociedad, sólo el 43%; en expresión escrita, el desastre es aún mayor: tiene puntajes menos que aceptables el 85% en la competencia de rebatir argumentos; en ortografía, el 89% negativo y en vocabulario el 94%. Diciendo las cosas por su nombre – y sin ánimo de ofender a los formadores de formadores- estos resultados son la expresión de un auténtico analfabetismo. Pensemos un poco, ¿qué puede enseñar un docente que tiene un 89%, menos que aceptable, en ortografía, por ejemplo, y un vocabulario deficiente a grado extremo?

Si los directores, profesores, apoderados y alumnos tiene este grado de formación, es evidente que hay que intervenir de inmediato antes que esta pésima educación siga prolongando, en el tiempo, la repugnante inequidad que existe en Chile entre ricos y pobres; en los primeros, sus padres pueden gastar $350.000 y más y, en los segundos, el Estado apenas invierte entre $35.000 y $60.000. Es evidente que siempre los “Machuca” seguirán lavando el piso de los “Infante”.
Los representantes del bipolio, los conservadores – Concertación y Coalición por el Cambio – son completamente incapaces de realizar una revolución educacional, una cirugía profunda, un tratamiento de shock, que logre reanimar a este enfermo Terminal.

En nuestro programa de gobierno propuse, como tarea prioritaria, la revolución educacional, que significaría igualar la subvención educacional fiscal con lo que pueden pagar los Senadores para la educación de sus hijos, rompiendo la segmentación y brecha clasista de nuestra educación. Es cierto que esta medida supone un crecimiento importante del porcentaje de PIB que se dedica a la educación, pero como somos responsables, esta verdadera revolución educacional la teníamos financiada con el royalty de un 8% y un incremento, mucho mayor que el propuesto por el gobierno actual, al tabaco y al alcohol, además de subir consistentemente el impuesto de primera categoría, es decir, la ganancia de las empresas.

Personalmente en su momento, rechacé el espurio acuerdo entre la Concertación y la entones Alianza por Chile para probar un ley marco, que no resuelve ninguno de los problemas de la educación chilena. Hoy, estos mismos jerarcas antes tomados de las manos y con la inoportuna V de la victoria, se encuentran divididos, y los derrotados concertacionistas, en particular los que promovieron ese acuerdo político, con razón y aunque tarde, llegaron a comprender que una superintendencia de educación o agencia de calidad no resuelven en nada los problemas de equidad y calidad de la educación.

Las reformas propuestas por el actual ministro de Educación no resuelven, a mi modo de ver, los problemas de la equidad de la educación pública, más bien los profundizan. Cincuenta Liceos de excelencia sólo servirían para extender el gueto entre colegios de calidad, destinados a los ricos, y sobrantes, destinados a los pobres; en el fondo reproduciríamos la misma segregación. Una educación democrática y liberadora es todo lo contrario: integra alumnos de alta capacidad de aprendizaje con aquellos más deprivados educacionales.

Una revolución educacional supone, también, privilegiar a las escuelas de pedagogía, incentivar a los alumnos de mejores puntajes de educación media para seguir la carrera de la docencia, tratar de adaptar las experiencias de Finlandia, Corea, y otros países – que tienen una educación pública de alta calidad- y dignificar la carrera de profesor pagándole un sueldo equivalente a cualquier profesión. Chile debe reconocer, una vez por todas, en los profesores de educación básica a los constructores de la nación; mientras sigamos denostándolos, pocos resultados obtendremos.

La revolución educacional tiene igual o más importancia que la reconstrucción del país después del terremoto del pasado mes de febrero, pues requiere un cambio radical de mentalidad que reemplace el mercantilismo reinante por una educación igualitaria y liberadora. Para lograr esta meta se hace necesario destinar todos los recursos, tanto intelectuales, morales y éticos, como económicos a fin de construir un Chile en democratización interrumpida.

Marco Enríquez-Ominami

3 comentarios:

Patrick H. Fisk dijo...

Marco.-
Es primera vez que busco y encuentro un canal de dialogo con usted y al leer sus palabras, suenan con su tono.
Independientemente de que hay mil cosas de las que me gustaría conversar para compartir y discrepar, me nace una inquietud, Como esperan mejorar la educación de Chile, si los esfuerzos siempre se perciben como mejoras para las capitales regionales; le aseguro que si el resto de Chile es como Cauquenes, las decisiones en educación pasan por las mismas manos independiente del color de gobierno.

Un Abrazo
Mayor Psycho

Francisco G.M. dijo...

Tengo la certeza de que los malos diagnósticos corresponden, en su mayoría, a universidades e institutos que afloran como callampas en invierno en este país. Soy de la Usach y te puedo asegurar que la media de ingreso a mi carrera de pedagogía es 640 puntos (no recuerdo con mucha exactitud). Si bien, son muchas las aristas a considerar respecto de la mala educación en Chile, esta, sin duda, aporta un importante punto a este debate. En verdad, cuando publican los resultados de los diagnosticos, test, pruebas, etc. nunca dicen a qué universidades o instituciones corresponden aquellos resultados paupérrimos.

Saludos
Francisco

Fabiola. dijo...

Soy estudiante de pedagogía básica, razón por la cual el tema de la educación en Chile me importa y por cierto me preocupa. Solo quiero decirte que eres el primer político, al que escucho hablar del tema educación con la honestidad que le permite, seguramente, el no tener intereses creados personales o partidarios (y el tener suficiente cultura). La ignorancia en educación del PPD y del ahora reinante partido político es avismante, prefiero dejarlo en ignorancia para no ahondar en las posibles bajezas del dominio del poder, el desinterés, la escasa sensibilidad, entre otras ideas que podrían venirme a la mente. Pero sabes? No quisiera verte alguna ves, llegar al poder y que desde ese lugar, llegues a a conclusión de que lo que pensaste simplemente no es posible, o que no lo es por culpa de los del otro bando...te das cuenta lo que eso significaría?
Otro comentario, Podrías asegurar que el problema de pobreza cultural del pueblo de este país, radica en que los nuevos profesores no han calificado bien en la famosa prueba? La cadena de la educación hace tiempo que pende del único eslabón que son los profesores, entendiendo que los hay bastante deficientes, me parece que son eslabones preciosos que no pueden brillar en una cadena que está demasiado oxidada.