El consejo para la Transparencia: un fallo histórico contra el SAG y la transnacional Monsanto


“La Concertación, en la campaña del 2005, había prometido impedir la explotación de semillas transgénicas en Chile, sin embargo, en el año 2007, el ministro de Agricultura no sólo permitió, sino que también favoreció la plantación de 20.000 hectáreas de cultivos transgénicos, principalmente soya….El mérito de esta victoria sobre la poderosa y abusiva transnacional Monsanto recae en instituciones de las cuales la sociedad civil debe estar muy agradecida, pues denunciaron la colusión de organismos públicos, como el SAG, con la transnacional Monsanto”.


El 25 de junio de 2010 el consejo para la Transparencia emitió fallo contra el SAG “instruyéndolo a entregar, en 15 días hábiles, la información exacta del nombre del propietario y/o la entidad responsable de cultivar y acoplar semilla transgénica. Para el Comisión esta información es pública y no es secreta…” Después de más de un año un conjunto de instituciones ambientalistas lograron que pudieran ser conocidas por el público las localidades y los propietarios que, al servicio de la transnacional Monsanto, cultivaban – y cultivan aún- las semillas transgénicas.

En otro párrafo de este fallo, del consejo afirma que “mantener la reserva sobre la ubicación de los lugares de cultivo transgénico no suministra beneficios o ventajas, al contrario, la publicidad de la información sobre un tema tan relevante como el medio ambiental provee, en la opinión de este Consejo, un mayor beneficio para la sociedad”.

El fallo termina sosteniendo que “la información requerida sobre la localización exacta y responsable de los cultivos y el acopio de las semillas genéticamente modificadas es pública, en conformidad al artículo octavo, inciso No.2 de la Constitución, y el artículo No.5, de la Ley de Transparencia”.

El mérito de esta victoria sobre la poderosa y abusiva transnacional Monsanto recae en la Asociación Nacional de Mujeres Indígenas, Anamuri, la Alianza por una mejor calidad de vida RAP Chile, Corporación de Investigaciones en Agricultura Alternativa, CIAL, y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA, Red de acción Plaguicidas y sus alternativas en América latina RAPAL instituciones de las cuales la sociedad civil debe estar muy agradecida, pues denunciaron la colusión de organismos públicos, como el SAG, con la transnacional Monsanto.

La Concertación, en la campaña del 2005, había prometido impedir la explotación de semillas transgénicas en Chile, sin embargo, en el año 2007, el ministro de Agricultura no sólo permitió, sino que también favoreció la plantación de 20.000 hectáreas de cultivos transgénicos, principalmente soya.

La transnacional Monsanto, fundada en 1901, en Saint Lois, Missuri, acumula, actualmente, el 90% de las semillas genéticamente manipuladas; su negocio se extiende por casi todos los países del mundo. La escritora y documentalista francesa, Marie Monique Robin, entre sus obras figura un libro y un documental llamado El mundo según Monsanto, donde denuncia, en forma apasionada, los abusos e, incluso los atropellos a los derechos humanos, protagonizados por esa transnacional.

La señora Robin plantea preguntas estremecedoras, como aquella de “¿Te comerías un insecticida?” “En la cena, el cáncer es el plato”. En la guerra de Vietnam, Monsanto aportó el famoso “agente naranja”, un complejo químico que aniquiló no solamente a las personas, sino también a la naturaleza.

En Argentina, 17.000 hectáreas de soya transgénica han sido plantadas por la empresa Monsanto -la autora del documental, Robin, la llama “la soya del hambre”. El daño provocado a los campesinos del país allende los Andes es inconmensurable, no sólo por el monocultivo y la destrucción del medio ambiente, sino también desarrollo de enfermedades, como el cáncer, infecciones gástricas, infertilidad y muchas otras más.

La multinacional Monsanto cuenta con un poderoso equipo de abogados que le han permitido sortear los múltiples querellas a los cuales ha sido sometido a causa de sus prácticas de manipulación genética y destrucción de la agricultura en aquellos países donde ha logrado instalarse; sin embargo perdió un juicio ante el tribunal de la Comunidad Europea, llevado a cabo por el gobierno argentino.

Además de los OGM (organismos genéticamente manipulados), la aplicación de herbicidas y plaguicidas, como Roundup, empleado en este tipo de plantaciones, tienen un enorme poder tóxico que, sumados a las famosas semillas “terminator” – que no pueden reproducirse- han sido condenados por diversas instituciones y países del mundo diversos, sin embargo, Monsanto ha logrado, incluso, burlar a Naciones Unidas cuando se plantea el estudio caso a caso, respecto a las semillas “terminator”.

Esperemos que este pequeño paso hacia la transparencia permita, a corto y mediano plazo, implantar una moratoria a los cultivos transgénicos. Al menos, los ciudadanos tienen derecho a saber lo que comen y a conocer, perfectamente, cuáles de los alimentos ponen en riesgo su salud.

Marco Enríquez Ominami

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