“Los cuidados del sacristán terminarán por matar al cura”


Por Rafael Luís Gumucio Rivas

Le encuentro toda la razón al cientista político Genaro Arriagada, en el sentido de que la candidatura de Michelle Bachelet, para el próximo período presidencial está “taponeando” el supuesto cambio generacional en la ya moribunda Concertación. Digamos las cosas por su nombre: se trata de un cambio generacional, es decir, reconocer, de una vez por todas, que el grupo transversal que hegemonizó la Concertación ha cumplido su ciclo histórico y haría muy bien en jubilarse para ir a jugar con sus nietos, o rememorar antiguas glorias.

El instinto suicida de esta alianza política la ha llevado a esconderse en su orfandad, bajo las polleras de la ex presidenta Bachelet y, también, de los anticuados tenores, Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos – la Concertación parece más bien un asilo de ancianos o una gerontocracia que una agrupación política, capaz de convocar a los ciudadanos a cambios radicales-.

Por lo demás, los llamados “príncipes”, que se quieren apropiar de la Democracia Cristiana tiene ideas más viejas y reaccionarias que sus predecesores; los Walker, por ejemplo, no ceden un ápice frente a cualquier idea progresista que surja desde el parlamento o de la sociedad civil: son enemigos del aborto terapéutico, que se practicó en Chile hasta los años 80, incluso, como se ve, en el período de Augusto Pinochet; para qué hablar del aborto sin apellido o de la legalización de las uniones homosexuales; se dan el lujo, además, de condenar el gobierno de Venezuela y alabar el de Honduras, surgido de un golpe militar.

De triunfar Ignacio Walter y su grupo principesco, la Democracia Cristiana retrocedería a sus peores períodos, cuando se alió a la derecha para conformar el CODE y derrocar a Salvador Allende. Durante el gobierno de Frei Montalva se implementaron las políticas de control de la natalidad haciendo caso omiso a la oposición del clero católico - estos príncipes reaccionarios traicionan los postulados progresistas de su propio partido -.

En el Partido Socialista, los mismos personajes de siempre se han apropiado de este ejército feudal, cuyo único interés es recuperar el poder, lo más rápido posible, aún al precio de basurear con los principios que hicieron de este partido un canal para las ideas progresistas. Camilo Escalona y su séquito jamás permitirán que su poder omnímodo sea cuestionado; las dos ideas centrales de este grupo dicen relación con el autoritarismo estaliniano y el neoliberalismo. Las elecciones de sus directivas, desde ya, se ven como una faramalla donde será elegido, fácilmente, el delfín de Escalona, Osvaldo Andrade. En el horizonte no aparece ninguna figura nueva – o no la dejan asomar – y se repiten los mismos ritos que llevaron a la Concertación a la derrota en las últimas elecciones

Creo que sería más práctico dar por caducado el ciclo de la Concertación, con un entierro muy honorable, e iniciar la búsqueda de una nueva mayoría inserta en la sociedad civil, que no caiga en la tentación de seguir la herencia neoliberal de la dictadura, que relacione la ética con la política, de tal manera que la corrupción sea verdaderamente erradicada; una mayoría que no tenga miedo a cambiar el injusto sistema tributario, que tenga el valor de llevar a cabo una revolución en educación y salud y que sea capaz de emprender cambios en el sistema político, que garanticen el protagonismo de la soberanía popular; que emprenda, con audacia, la refundación de un Chile donde desaparezcan los repugnantes abismos entre ricos y pobres; en fin, un Chile nuevo donde no existan las exclusiones, ni las leyes liberticidas.

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