A seis meses de asumir como parlamentarios, Bitácora, prontuario y autopsia a nuestra democracia

Si el término díscolo corresponde a diputados que no aceptan que la política esté regida por una disciplina de convento o de regimiento, nos enorgullecemos de este calificativo. Para nosotros, la democracia se caracteriza por la libertad de opinión y de crítica y estamos dispuestos a ejercerla cada vez que nuestros compromisos con nuestros electores y con nuestros principios así lo exijan. Para nosotros, la política es el espacio donde cabe el desacuerdo sobre el modelo de sociedad que queremos, sobre sus fines y medios de alcanzarlos. Por ende, la política no es monolítica. Entendemos la política como un oficio digno y profundamente unido a la ética. Rechazamos la ingeniería electoral y el poder de algunos tecnócratas que burlan y desprecian la subjetividad de los ciudadanos de este país. Somos diputados de distintos partidos y ámbitos del quehacer nacional, unidos por una búsqueda común de una democracia participativa y de mejor calidad que la actual, por consiguiente, tenemos el deber moral de explicitar claramente nuestras críticas y propuestas con total franqueza y transparencia cada día, en que avanza nuestro mandato político y electoral.No estamos de acuerdo con la democracia tutelada por los poderes fácticos: consideramos que la llamada democracia de los consensos, que ha predominado durante los últimos períodos gubernamentales democráticos, burla gravemente a la soberanía popular y ha impuesto muchas veces la necesidad de consenso descalificando la expresión de las diferencias en mayorías y minorías, ha impuesto una política con alergia al debate anulando intereses contradictorios, donde solo gana el statu quo, logrando acuerdos bajo presión, transformando el consenso en un bien superior y no las transformaciones en sí mismas. El consenso, en definitiva, ha servido para la imposición de falsos acuerdos por poderes fácticos. Como diputados nuevos creemos que debe aprovecharse el plebiscito no vinculante para consultar al pueblo sobre una nueva constitución que remplace a la autoritaria de 1980; sin este requisito fundamental seguiremos regidos por un autoritarismo Presidencialista que convierte a los representantes de la soberanía popular en meros buzones del poder ejecutivo y en pseudo alcaldes sin facultades, a causa del sistema de las urgencias que determinan la agenda legistiva. La exclusividad del ejecutivo en la iniciativa de todo proyecto que implique gastos fiscales deja a los parlamentarios casi sin facultades en esas materias. Si agregamos los amarres propios de la Constitución dictatorial, como los altos quorums exigidos para aprobar las llamadas leyes orgánicas constitucionales y el carácter pétreo de la carta fundamental, sólo resta a la Cámara de Diputados la facultad fiscalizadora, por medio de las comisiones investigadoras, las que en muchos casos han tenido insatisfactorios resultados.Estos elementos, más la falta de voluntad de gran parte de la clase política por cambiar tan deficiente democracia, son la causa del alejamiento y poca simpatía popular ante el actual sistema político y electoral, que a todas luces deben ser modificados. No nos parece tampoco que se quiera hacer un arreglo cosmético al actual bi-nominalismo político y cultural que gobierna el país. Así como entre tantas reformas somos partidarios de limitar los períodos de reelección parlamentaria.No estamos de acuerdo que, por obra y gracia de un sistema electoral débil, algunos parlamentarios se eternicen en sus sillones. No nos parece tampoco que se quiera hacer un arreglo cosmético al actual bi-nominalismo político y cultural que gobierna el país.Nos desagrada cuando una parte del empresariado nacional pretende remplazar a los representantes elegidos por el pueblo en seminarios en diversos centros de eventos, y que la política sea regida por las encuestas de opinión. Es imprescindible un régimen político de equilibrio de poderes que entregue más facultades continuas a la soberanía popular. Somos partidarios de debatir el cambio del régimen ultra-Presidencial de la Constitución del 80 por un semi-Presidencial o parlamentario.Nos comprometemos a buscar una democracia de calidad, sin transacciones, sin dilaciones y seremos observantes y vigilantes hacia quienes intenten mantener el status quo para lograr que Chile mantenga y conozca menos de lo mismo con el modelo económico y político. Para lograr esta meta es necesario acortar la distancia entre los dos Chiles: el de los satisfechos con el neoliberalismo, una minoría que vive en la riqueza y el de las mayorías, que apenas logran sobrevivir en un país con Estado rico y ciudadanos cada vez más pobres ante los más ricos.Por todo lo anterior, este grupo de Diputados asume como un compromiso ético y político y como parte de su mandato luchar con todas las armas que el ordenamiento jurídico y la imaginación les otorga a fin de erradicar de nuestro país todos los enclaves autoritarios adheridos a nuestra institucionalidad y promover la justicia social y la equidad de oportunidades para todos los chilenos.