¿Sólo problemas de gestión y liderazgo?


Les copio ahora un texto de José Sanfuentes, Rector del Instituto Profesional Arcos, académico, empresario, y político:





Por José Sanfuentes

El estreno del Presidente Piñera ha estado lleno de sinsabores para sus partidarios. Perdió el aura del líder que “hace bien las cosas” al no cumplir con sus más básicas promesas de campaña en cuanto a su patrimonio personal; al no tener la capacidad de nombrar a los directivos del Estado que debió; al recaer en el nepotismo y la falta de prolijidad en el tema del logo y, más encima, cambiando, al día de asumir, su programa de alcanzar al desarrollo por el de una regresiva refundación del país.
Una cosa es manejar empresas o otra conducir un país. Por lo visto, tempranamente se van derrumbando ilusiones y habrá que esperar con paciencia un tiempo no corto de aprendizaje de las nuevas autoridades.

Para ese 5% que cambió su voto después de 20 años pensando en que, aún valorando los logros principales de la Concertación, queriendo la continuidad de sus políticas sociales y libertarias, era necesario un cambio para impedir la desidia, la lenidad y la corruptela que traen consigo tantos años de poder, para esos 400.000 votantes, la confianza depositada se les está transformando rápidamente en inquietud y desasosiego. El conservadurismo que se mantuvo en la trastienda durante la campaña campea ahora en el debate público y permeabiliza los discursos del Presidente. Dios, patria, familia, autoridad se han escuchado ya casi en demasía en discursos y columnas, palabras valiosas, salvo cuando en boca de conservadores se esgrimen para debilitar los valores libertarios y modernos. Un entusiasta votante de ese 5% señalaba con alarmante preocupación las largas horas de trabajo que el Presidente había tenido con Hernán Buchi, ¿irá a aprovechar el terremoto para “refundar” otra vez el país, al modo en que los ultraconservadores lo hicieran aquel 1985?
Los adversarios del Presidente parecieran seguir de vacaciones o demasiado golpeados no por uno sino por dos terremotos. Su voz se oye lejana, con un dejo de nostalgia aún no digerida y, sobretodo, sin un norte claro que no sea la defensa de sus propias obras ya olvidadas. Eduardo Frei representó a un 29% del país, Marco Enríquez a un 20%, Jorge Arrate a un 6%. El poderoso voto de confianza depositado en Diciembre pasado no perdurará en el tiempo si acaso no salen de su estupor y ponen manos a la obra para levantar cuanto antes un dique de contención a la regresión aristocrática conservadora y acometer el afanoso trabajo que Chile requiere: preservar el rumbo libertario, progresista y moderno que se iba labrando en los años recientes.

No es sólo cuestión de gestión y liderazgo, está quedando demostrado que la derecha política no es la garante de ello, el asunto es más de fondo, ¿qué país nos espera a la vuelta de 4 años?

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