Matrimonio homosexual y vulneración de los DD.HH.

Publico la columna de Eduardo Vergara:

Los días previos al discurso del 21 de mayo vimos cómo tímidamente el debate respecto de las uniones civiles sacó a flote mínimos diálogos sobre el matrimonio homosexual. La discusión no tuvo nada que ver con derechos humanos, libertades e igualdades; o, en su posible opuesto, con cuestionamientos morales, conservadores o religiosos. Se limitó simplemente a cálculos políticos sobre si convenía o no que el Presidente o la clase política se pronunciaran respecto de estos temas. Luego del análisis costo/beneficio, fue mejor callar.

Han pasado casi dos meses y el debate ha sido nuevamente guardado bajo llave en el clóset donde como sociedad escondemos los temas y tabúes que incomodan. Así, la discusión real respecto de los derechos humanos de los chilenos parece todavía comenzar y terminar con los hechos de la dictadura.

Pero a pesar de nuestra inmovilidad, la semana pasada Argentina dio un importante paso, al hacer exactamente lo contrario y convertirse en el primer país de América Latina en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo que parecía tan lejano es hoy una realidad.

Debatir respecto de los derechos de los homosexuales es debatir respecto de los derechos de las personas. Es momento de que nuestra sociedad dé un paso adelante —y no a un lado— para que quienes tienen una orientación sexual diferente sean tratados con igualdad. Es tiempo ya de que sus vidas no sean guiadas por quienes han instaurado la vulneración de los DD.HH. como una manera de proteger sus propios estilos y visión de vida.

No permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo es negarse a que ellas puedan compartir sus vidas amparadas por los mismos derechos y deberes que todos los miembros de nuestra sociedad. Y usar la unión civil como calmante ante un reclamo legítimo es una estrategia para desviar el debate real y la búsqueda de la igualdad efectiva.

Un homosexual no es un enfermo, un delincuente o una amenaza. Miles de homosexuales son responsables de algunos de nuestros mayores éxitos como país, pagan impuestos, contribuyen al desarrollo, la paz y la armonía. Por supuesto, y tal como entre los heterosexuales, también hay quienes no lo hacen. No obstante, los heterosexuales son sujetos de plenos derechos y los homosexuales no. Negar el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo es un acto de discriminación. Pero, lamentablemente, en Chile el discriminar no es un delito. No podemos celebrar un bicentenario cuando tenemos ciudadanos de segunda clase.


Vergara, Eduardo
Director Ejecutivo
Fundación Progresa

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